“Otra vez remando la reunión sola” pensás cuando entrás a la plataforma virtual donde se supone que el nuevo gerente del equipo iba a actualizarlos. Le diste un momento pero, ni bien saludó, te pasó la palabra. Menos mal que estás acostumbrada. “Y este es el gran líder que tanto nos vendieron”, pensás, enojada. Cuando la reunión termina, te desconectás y seguís trabajando sola. Pasan los días y tu relación con el nuevo gerente es fría y distante. A la semana siguiente, el presidente de la compañia te felicita porque escuchó los elogios del nuevo gerente a tu presentación, luego de que él había rechazado la posibilidad de hacerla, reconociéndote como experta.
Este pequeño ejemplo muestra lo rápido que pasamos de una observación en una situación a las conclusiones que sacamos sobre ella y las decisiones que tomamos. La “escalera de inferencias” es un modelo que explica uno de los principales problemas en la comunicación. A nuestro cerebro no le gusta la ambigüedad y cuando se enfrenta a un hecho que no tiene muy claro, atribuye causas para comprenderlo, de acuerdo a los modelos mentales que manejamos. El problema es que no siempre acertamos o, lo que es peor, muchas veces nos equivocamos.
Entonces, a partir de un hecho, vamos realizando interpretaciones, atribuyendo causas, solemos generalizar, y finalmente, podemos llegar a tomar decisiones y accionar basándonos en esto.
La escalera tiene cinco niveles:
- Los datos objetivos de la realidad. Un hecho.
- Las interpretaciones. A partir de esto suponemos, inferimos.
- Atribución de causas ¿Por qué creo que pasó?
- Los juicios u opiniones que tenemos sobre esto que pasa. Aquí entran a jugar las generalizaciones.
- Decisiones o acciones. Lo que voy a hacer a partir de esta inferencia.

En el tomo 2 de su libro “Metamanagement”, Fredy Kofman agrega un escalón 0 o base en el que, según él, se encuentra la realidad previa a todo filtro, ya que cree que en el escalón 1 ya entran en juego los modelos mentales de cada persona. Este autor también sostiene que cada persona tiene su propia escalera, ya que esta se construye con su particular modelo mental. ¿O no les pasa constantemente con otras personas que sobre la misma situación llegan a distintas conclusiones?
Sabemos ahora de qué se trata este modelo. Ahora vamos a hablar de cómo empezar a “descender” la escalera. Para esto es clave hacer conscientes nuestras inferencias y cuáles son los modelos mentales, las interpretaciones y las generalizaciones que nos llevan a ellas.
Luego es necesario diseñar conversaciones productivas para resolver las distintas situaciones. Reconociendo mis interpretaciones, puedo entender y compartir sus fundamentos, hacer preguntas que me permitan comprender la mirada del otro y así poder confirmar o descartar mis inferencias.
Exponer mis inferencias explicando a nuestros interlocutores lo que nos hace llegar a eso permite que nos comprendan y entiendan, aunque no necesariamente compartan, nuestra posición. Si nos toca estar el otro lado, preguntar al interlocutor cómo llegó a esas conclusiones y qué tuvo en cuenta lo puede ayudar a bajar su escalera de inferencias.
Si la persona del ejemplo hubiera tenido una conversación previa para coordinar la reunión con el nuevo gerente, o hubiera consultado con él al finalizar por qué evitó intervenir, podría haberse evitado el enojo y el mal momento. Sus experiencias anteriores y sus creencias determinaron la inferencia que, evidentemente, influyó en su posterior comportamiento.
¿Te reconocés subiendo rápidamente la escalera? ¿Cómo compartís la construcción de tus inferencias con tus interlocutores? Espero que estas reflexiones te sirvan. Si es así, compartí este artículo para que pueda servirle a mas personas.



