Micromanagement vs. liderar con autonomía: ¿Controlar o confiar?

“La manera de desarrollar responsabilidad en las personas es dándoles responsabilidades.” Ken Blanchard, autor de *The One Minute Manager*

¿Parece obvio, no? Sin embargo, en la práctica lo obvio no es siempre lo que vemos. En el mundo de los negocios, la línea entre acompañar a un equipo y controlarlo excesivamente puede ser muy delgada. Muchas veces, sin darnos cuenta, cruzamos esa línea con la mejor de las intenciones: asegurarnos de que las cosas salgan bien, mantener los estándares o evitar errores. Nos volvemos controladores. Pero cuando ese control se vuelve constante, detallista y agobiante, dejamos de liderar para empezar a hacer “micromanagement”.

 

¿Qué es el micromanagement?

El micromanagement es una forma de gestión en la que el líder se involucra en exceso en las tareas de su equipo, supervisando cada detalle, aprobando cada paso y tomando decisiones que podrían delegarse. 

Es ese gerente que revisa cada mail antes de enviarlo, que da instrucciones sobre cómo organizar una carpeta, que no permite tomar decisiones sin su aprobación. A simple vista, puede parecer compromiso o exigencia. Pero en el fondo, es una señal de falta de confianza o de inseguridad.

 

¿Y qué significa liderar con autonomía?

Liderar con autonomía no es desentenderse. Es crear un entorno donde las personas saben lo que se espera de ellas, tienen los recursos y conocimientos para hacerlo, y cuentan con la confianza de su líder para tomar decisiones dentro de su marco de acción.

Es ese líder que define los objetivos, conversa con claridad sobre los resultados esperados y luego se corre del medio para que cada persona elija su mejor camino para llegar a ellos. Está disponible para acompañar, pero no interfiere sin necesidad. Un líder que abre puertas y habilita posibilidades, sin dirigir cada paso en el viaje.

 

El costo oculto del micromanagement

Estar en todos los detalles puede parecer, a simple vista, una forma de asegurar calidad o evitar errores. Pero en realidad, genera una serie de efectos contraproducentes:

  • Desmotiva al equipo: cuando las personas sienten que no se confía en sus capacidades, el compromiso se ve afectado.
  • Frena la innovación: si todo debe aprobarse, nadie se anima a probar ideas nuevas o las nuevas propuestas tardan demasiado en implementarse. 
  • Aumenta la dependencia: en lugar de desarrollar habilidades, las personas esperan instrucciones constantes, con lo cuál te convertis en el principal cuello de botella de tu negocio.
  • Sobrecarga al líder: termina agotado, resolviendo tareas que no le corresponden y dejando de aportar valor en las tareas que sí deberían estar a su cargo.

 

Te comparto un ejemplo, para ilustrar el concepto: un líder de un equipo comercial que, por miedo a perder oportunidades, se involucra en cada cotización, aprueba cada mensaje que se le envía a un cliente y termina demorando el proceso, incluso, perdiendo oportunidades por tardar en dar respuesta al cliente. Como resultado, el equipo se frustra, los tiempos se alargan, el negocio pierde agilidad y se consolidan prácticas poco eficientes.

Los micromanagers se convierten, más pronto que tarde, en un cuello de botella para todos los procesos de sus equipos.

 

Liderar con autonomía en la práctica

Liderar con autonomía no significa soltar sin dirección, sino ofrecer el marco claro para que cada persona se mueva con seguridad. Algunas claves:

  • Definir objetivos claros: qué se espera, para cuándo y con qué criterios de éxito.
  • Acordar niveles de decisión: qué puede decidir la persona sola, qué se consulta, y qué requiere aprobación.
  • Acompañar sin invadir: hacer seguimiento con foco en resultados, no en el paso a paso.
  • Dar espacio para aprender: permitir errores como parte del proceso de desarrollo.

 

La verdadera transformación

Pasar de controlar a liderar con autonomía es también un proceso interno. Implica revisar nuestras propias creencias: ¿por qué me cuesta soltar? ¿Qué me da miedo que pase si no controlo todo? También puede requerir revertir modelos de rol de los que aprendimos, en algún caso, con ejemplos erróneos o poco funcionales.

Como dijo Steve Jobs: “No tiene sentido contratar personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer. Contratamos personas inteligentes para que nos digan qué hacer”.

Cuando confiamos en las capacidades del equipo, cuando lideramos con claridad y respeto por la autonomía, los resultados mejoran, el clima se transforma y el liderazgo se vuelve más sustentable.

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