
No es estadística pura, sino tal vez pura intuición, pero si tuviera que elegir una palabra que escuché muchísimo este año fue “incertidumbre”. Por distintos motivos, los argentinos pareciera que ya estamos acostumbrados a ciertas situaciones, pero aún así, la incertidumbre aparece, una y otra vez, amenazando nuestros proyectos, congelando nuestros planes, poniéndonos en compás de espera. Sea por los factores económicos, los cambios políticos, o por otros motivos, pareciera que es un estado permanente al que no terminamos de adaptarnos. Y creo que uno de los motivos por los que no nos “adaptamos” es porque esperamos que se detenga, que algo cambie, que se estabilice, que la magia suceda. Esperamos. ¿No te suena a “sentarse y esperar”?
Hoy vengo a proponerte que salgamos de este estado de letargo inconforme y hagamos algo para liderar(nos) en tiempos de incertidumbre, sean estos que vivimos hoy, o cualquiera de los que estén por venir. Y la propuesta es de liderar(nos) porque no podemos liderar a nadie más, si no empezamos por nosotros mismos.
El auto liderazgo comienza por un conocimiento profundo de nosotros mismos, de nuestras emociones, y de cómo operamos ante distintos estímulos. Las emociones “nos toman” y no necesitamos “dominarlas” como se decía hace mucho tiempo atrás, sino “gestionarlas”. ¿Tenés identificado lo que te enoja, lo que te preocupa, lo que te genera ansiedad? ¿O simplemente te encontrás en esas emociones sin entender por qué?
¿Cuánto tiempo dedicamos de nuestro día a ver noticias que nos alteran? ¿Cuánto de nuestro miedo o de nuestras preocupaciones provienen de la repetición constante de hechos de violencia, inseguridad o de comentarios sobre cuestiones económicas? Por supuesto que no sugiero escapar de la realidad, ni mucho menos vivir desinformados. Pero ¿qué tipo de información consumimos? ¿En qué cantidad? Tomar consciencia de cuales son los estímulos que nos llegan nos permite identificar las emociones que se disparan a partir de ellos.
Esta gestión emocional, nos permitirá entender y capitalizar las emociones que nos atraviesan, para poder también acompañar a otros para que avancen. Si me siento a esperar que algo cambie afuera para moverme, seguramente nada cambie. Es clave ponerme en movimiento.
La propuesta es ser líder de tu barco y maniobrar con el timón agarrado con tanta fuerza que no haya ola que te haga salirte de tu curso, o al menos, que puedas volver rápido. Para esto:
- Vos te conocés mejor que nadie. Si te quita el sueño y te preocupa ver programas de debate o análisis político a la noche, no los mires. Si te pone de mal humor escuchar noticias a la mañana, chequeá el clima en tu celular y escuchá música. Si ciertas personas solo te hacen comentarios negativos, buscá una forma educada de evadir la conversación.
- Vos podés elegir tu estado de ánimo. Si detectás las cosas que comenté en el punto anterior u otras que te afecten, podés elegir dónde depositar tu atención y hacer algo para contrarrestar el efecto: escuchar música que te guste, dar una vuelta al aire libre, hablar con una persona cuya conversación te resulte reconfortante, dedicar algo de tu tiempo a una actividad que te predisponga en modo positivo.
- Vos podés hacer. Claro que sí, parte de navegar la incertidumbre es recordar que sos protagonista de tu historia. Que siempre tenés la última palabra en las decisiones que tomás. No hay nada más desalentador para mí que sentir que mis decisiones “se toman solas” o las toma alguien que no soy yo. Volvé a sentir el poder de decidir. ¿Qué está en tus manos? ¿Qué acciones podés tomar para prevenir los daños que la situación que te preocupa puede causar? ¿Cuáles son tus recursos? ¿Qué aliados tenés? ¿En qué podría beneficiarte el contexto? Una vez que estás libre de las emociones que te frenan podés ver el panorama, evaluar la situación, analizar las herramientas con las que contas y descubrir qué posibilidades tenés por delante. Porque te aseguro que ahí están. Hay un mundo de posibilidades en cada situación. Hay caminos por descubrir siempre que nos sintamos en comando de nuestros pies para avanzar.
Así qué, olvídate de la incertidumbre o, mejor dicho, registrala como parte de tu contexto y comprendé cómo afecta tus emociones. Tomá el control de tu vida, de tu negocio, de tu trabajo y usá los vientos que soplen para ponerlos a tu favor y avanzar hacia tus metas. Quizás tengas que adaptar los planes y esto te ayude a descubrir fortalezas que desconocías u oportunidades nuevas, pero no te sientes a esperar que la tormenta pase, porque otra va a venir. El secreto está en conocerte y liderarte para salir adelante.